podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

viernes, febrero 16, 2007

El Concilio Vaticano II, casi tal como el Concilio de Tours, revolucionó la liturgia en la Iglesia.
(Si aquel le dijo a los curas que debían hablarle al pueblo en román paladino , éste les dijo que podían responderle en sus respectivas lenguas y que como Dios desde siglos antes se iban a enterar de todo lo que decían).
La revolución formal fue impresionante:
- sacerdote y plebe se dispusieron cara a cara.
- (y el Oriente presbiterial se situó en el Occidente).
- se acabaron los misales… de entretenimiento y distraimiento.
- y las velaciones de los altares ( el espectacular alzado del velo morado del altar mayor de la iglesia de Santiago posterior a la peligrosa bajada de las gigantescas estrellas de su bóveda con motivo de la Semana Santa).
- y los velos de las mujeres, salvo en Calamonte.
- y hubo más movimiento entre los fieles: de pie, sentado…
- y llegó en pantalones vaqueros y sin sotana un cura mulato portorriqueño que además trabajaba en los muelles de Nueva York. Cuando abría sus manos en posición de orante impresionaban por su aspecto de cristo negro anoréxico; en un principio extrañó pero luego fue extrañado.
- y hasta un grupo de imbéciles trataban de mofarse de don Aquilino... respondiéndole con rebuznos; y es que aquellos "burros" se habían enterado de que en la iglesia los fieles hablaban en voz alta y no habían aprendido a hablar.
- etc.
El Libro de los Fieles del Nuevo Ordinario de la Misa me lo regaló Don Aquilino Rivero el 22 de noviembre de 1969 con el fin de acompañarle en las respuestas y servir de ejemplo.
¡Qué entrañables recuerdos en esta iglesia¡... Como aquel que un buen día faltando los monaguillos, lo que era usual, hube de tocar el esquilón... con tan mala fortuna que, no respetando la cadencia de las subidas y bajadas, se rompió la soga por la cadena superior; soga y cadena cayeron, serpenteando, al lado de las tres "beatas" que se sentaban en las primeras filas de los bancos de la derecha o del lado de la Epístola... o del altar de San Antonio que fue, sin duda su salvador...