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No, no hay palabras o lo que no, no hay son frases...
Sí, sí lo que hay no son frases;
lo que hay son palabras desgajadas o no son siquiera palabras desgajadas lo que hay...
Todos los días representa un discurso pero de cuanta frase acaso si te llega, te llega un fonema o un gesto roto,
o un alma en cabestrillo, aterida y con los labios muy secos, resecos.
Y nunca sabrás el Discurso porque en la Ciencia del Bien el Adepto debe para siempre callar
el nombre de la Dama del Amor Hermoso o [por su Antigüedad] Fermoso.